El Cuerpo taoísta. Partes del cuerpo
Originalmente el cuerpo humano es un mecanismo único basado en un determinado ritmo de respiración (dado por la proporción interna del ser humano; es una medida de la respiración) y una determinada medida del movimiento (a partir de la proporción externa, que es regulada por los brazos, las piernas, la cabeza y el abdomen, como una fuente única de alimentación).
Ambas proporciones determinan la circulación de energía en el organismo, que consiste de las condiciones de tensión de los tendones que forman el concepto del meridiano. Y también determina la tensión de los músculos como la mayor parte de nuestro cuerpo, que regula el movimiento de la energía en todos los sistemas del cuerpo (una persona ordinaria percibe sólo el movimiento de la sangre). Y en esto, por así decirlo, el "estado natural" de una persona permanece hasta los 3 y 4 años.
Después, si no se mantiene el ritmo del desarrollo, el ritmo se rompe, el cuerpo se divide en partes separadas. Las emociones prevalecientes aumentan los órganos internos, que empiezan a dominar el resto. El desarrollo de los grupos musculares separados aumenta el sesgado, la rigidez o a la excesiva apertura de una parte del cuerpo respecto a las demás. Así es que nos dividimos en pedazos.
En ese estado el cerebro no es capaz de controlar, no sólo al cuerpo, sino tampoco a sí mismo, y como resultado entra en dependencia de las zonas más desarrolladas del cuerpo, a través de las cuales se bombea más energía. De este modo la persona se vuelve dependiente de la mano derecha, de la nalga izquierda, etc., es decir que se vuelve dependiente de lo que más utiliza y lo que más lo tensiona. Se rompe la imagen general espacial de la existencia del ser humano, por que éste ya no representa una integridad. Se rompe la proporción y con ella también la figura, el volumen.
La pérdida del volumen priva de la posibilidad íntegra de llegar a los procesos energéticos más sutiles, y se procede a satisfacciones parciales cuando todavía se es capaz de hacer más sutil su estado. Obteniendo sensaciones placenteras y satisfactorias, se convierte naturalmente en dependiente de ellas. Así, año tras año, el ser humano sólo empeora su condición, porque se acostumbra a depender de sensaciones que no tienen ninguna alternativa y no la pueden tener, ya que se modificó toda la estructura completa del cuerpo y el movimiento de la energía, lo que crea diversas formas psicológicas para la conciencia.
Por lo tanto, es una situación donde el hombre no crea y no produce una forma, esto lo hace toda su estructura. Como resultado, todas estas formas se desplazan y se modifican fácilmente. Esto ocurre mientras la fuente de energía no se acabe (en las mujeres a los 28 años y en los hombres a los 32 años, porque el cuerpo masculino crece más tiempo). Después de eso, la fuente de energía puede ser sólo aquello que ya tenemos. ¿Pero, qué tenemos?
Desde este momento comienza lo más interesante. Desde este momento el ser humano sigue viviendo sólo mediante el refinamiento de la energía que ya tiene, y empieza a hacer lo que sea sólo para obtener energía más sutil. Toda vida humana comienza a orientarse hacia las corrientes de alta frecuencia, cuando sólo importa la calidad de energía y no la cantidad. Y si hablamos en términos generales, hasta los 32 años de edad un hombre tiene suficiente volumen de energía dada para su construcción, pero después de esta edad es importante que pueda movilizar la energía que le quedó.
Aquí la cuestión no se trata de ‘cuanto’ y ‘qué’, sino ‘a través de qué’, ¿qué partes del cuerpo pueden “poner el combustible’ en el ser humano? Entonces la dependencia de estas partes del cuerpo aumenta varias veces. Las emociones, sentimientos, gustos y movimientos, desarrollados en el proceso de la vida, empiezan a nutrir el cuerpo.
¿Y que hay de malo en esto? Por supuesto que nada, excepto una cosa: en lugar de dirigir esa energía para la transformación y la nutrición del espíritu (que, en el cuerpo taoísta es visto como una unidad estructural), se la gasta en funciones utilitarias. Se rompe la sincronización interna del movimiento de energía en el nivel de las formas más cualitativas, es decir, la energía no circula en el cuerpo, sino que salta de lado a lado.
Aumenta la velocidad de la energía y la conciencia humana ya no es capaz de manejarla correctamente. La energía no llega a la conciencia y no se va naturalmente, pero el impulso se produce. Por supuesto, aquí se podría hablar acerca de las diferentes estructuras del ser humano e identificar los indicadores y las oportunidades. Pero más allá de cualquier ventaja de una persona a otra, todos son iguales a nivel de las fluctuaciones de alta frecuencia, y por lo tanto la conciencia, el cuerpo y la energía que no conocieron la medida cierta, de todos modos serán desorientados, a pesar de los datos de origen.
Pero lo más importante es que la cuestión de la proporción que permite a una persona conocer a la medida interior, es un requisito previo para el movimiento correcto en el espacio. Si nuestro cuerpo no está listo para moverse correctamente en el espacio, entonces pierde el foco y molesta al cerebro para concentrarse, con lo que destruye al cerebro. Pero como el movimiento en la vida de una persona ocupa gran cantidad de tiempo y, a continuación, todo este tiempo en el nivel de la energía, entonces en éste mismo nivel energético todo este tiempo nosotros lo utilizamos para la destrucción del cerebro.
Como resultado, la persona opera sólo partes del cerebro, en lugar de su integridad, porque con la falla de la proporción y la división del cuerpo en partes, se rompe la geometría del cerebro.
20 junio 2011