Arquitectura Integral
Prohibido leer el artículo con estómago lleno, fugazmente, en posición torcida del cuerpo. El artículo no está destinado a vistazo estúpido.
La Arquitectura Integral es la arquitectura del cerebro que no sólo determina la reacción de la persona hacia la vida, las funciones de su comportamiento, sino que además es el aparato de alta vibración del manejo de todos los tipos de energía representadas en nuestro espacio con las que el cerebro es capaz de entrar en interacción mediante el control de la consciencia.
La particularidad del cerebro moderno consiste en que el espacio en que vive uno, baja sus funciones de alta vibración, dejándole a la persona, básicamente, el derecho de querer escapar de esto, pero al mismo tiempo no le enseña cómo hacerlo.
Por qué y cómo pasa esto se explica por un montón de factores, uno de los que es el mismo cerebro que en su desarrollo adelanta en el tiempo al cuerpo. Por eso, podemos buscar la respuesta a esto únicamente en caso de haber reconstruido físicamente el funcionamiento del cerebro, llevándole de una tonalidad a otra.
A pesar de que en la antigüedad la gente usaba su cerebro, no manejaba con él. Es decir, el esfuerzo de la actividad cerebral determinaba si uno podía sintonizarse con los parámetros, que llamamos superiores, o no. Posteriormente, cuando el ser humano empezó a educarse, comenzó a generar esfuerzos adicionales en su cerebro, que antes no tenía.
Además podemos determinar con gran exactitud este tiempo y fue el período cuando la formación de la cultura romana sustituyó a la griega semi-sintonizada.
Y el índice más importante de las cualidades del ser humano, es la Sintonización que fue la equivalencia sensitiva suprema de la persona, donde faltaban tales vivencias como, digamos, el miedo. Y propiedad importante distintiva hasta el período romano, fue la ausencia de la percepción de la edad que persiste en la comprensión moderna. El hombre abandonaba este mundo en el pico de la tensión suprema independientemente de aquello que provocó el abandono.
Y si vamos aún más profundamente a los siglos, veremos que en general, el cerebro fue generador de la formación y transformación de la tensión, como fue durante los tiempos prehistóricos.
Es decir, todo el mundo nacía y se transformaba. Y qué es lo que tenemos en la actualidad: regeneración, desarrollo biológico, estado resonante, ida. Es decir, la funcionalidad del cerebro no va hacia arriba, sino que alcanza la cumbre biológica, digamos, en sus 30 años, luego permanece durante algún tiempo así (según las leyes de la resonancia indicada de manera ocasional) y luego empieza la destrucción.
Además de que una persona tiene vivencias completamente diferentes durante los distintos períodos, no está presente como participante personal en su propia vida. Al mismo tiempo, la edad más peligrosa es hasta los 30 años cuando el cerebro depende de los campos integrales inferiores, de los que hablaremos a continuación. Estos campos no sólo no dejan al cerebro desarrollarse en las proporciones supremas, sino que también fijan las reflexiones y reacciones de baja vibración de las que la persona queda dependiente hasta el final de la vida de las células y neuronas responsables de estas reflexiones que se muestran incluso si, según sus cualidades prenatales o a través del desarrollo, la persona abrió las fascias supremas de las vivencias, pero no pudo o no se esforzó por alcanzar la capacidad de manejarlas.
Al desarrollar su cerebro, quiera o no, aumentó, por supuesto la duración de la vida, pero no avanzó en el Arte de manejar con el cerebro, sino que avanzó únicamente en su explotación.
El golpe más fuerte, la gente da sobre su cerebro en el período cuando éste deja de crecer y depender de la energía temporal que ha dejado de desarrollar el cerebro, es decir cuando el código prenatal se sustituye por el integral, que debe ir al posnatal, o sea al que nosotros llamamos “experiencia vital”.
E incluso si no comprende las propiedades integrales del cerebro, el hombre las usa, dado que cada uno tiene presente cierta estructura, pero no la maneja. Como resultado, la experiencia postnatal se convierte en conjunto de reacciones y reflexiones con número ordinal indicado.
Lo principal es que si el manejo de cerebro hasta los 30 años es cuestión, más bien, excepcional, si la persona no ha nacido según las leyes del tiempo, entonces luego, si no tomamos el cerebro bajo control, no lograremos a manejar con él en absoluto, o será muy difícil hacerlo. Precisamente por esa razón es imposible enseñar a la gente en la actualidad, dado que reacciona a la enseñanza y no aprende. Al seguir su naturaleza y al alcanzar incluso aparentemente resultados externos, no podemos considerarlos como desarrollo.
Lo más difícil es llegar a la posibilidad de ganar experiencia en el desarrollo, que para el mundo moderno se convierte en resultado. Al mismo tiempo, cada persona tiene su propia percepción de la vida, pero falta incluso la atención al que incluso, digamos, ocho años atrás su cerebro funcionó de manera diferente, y ni hablar de vivencias físicas.
En los distintos períodos de la vida, el cerebro humano produce diferentes reacciones. ¿Cómo se relacionan con el esfuerzo? Las particularidades del cerebro humano están predeterminadas por muchos indicadores, excepto por el esfuerzo de la persona misma, la que aun queriendo cambiarse no se da cuenta de que sólo sabe desarrollar este deseo. Al no cambiar una vibración a otra, o mejor dicho, al no conocer las leyes del cambio, seguiremos mirando con los mismos ojos incluso si se les ha añadido algo, además de gafas o lentes. Y, por supuesto, el auge de la energía incontrolada en la edad de 16 a 28 años, domina con sus estereotipos formados, durante el resto de la vida.
Pero el cerebro no es alguna unidad general, es ensamble arquitectónico específico, compuesto de arquitectura cuidadosamente comprobada que no hemos conocido, por lo tanto, es el mismo diseño y decoración que vive según las leyes de existencia establecidas en el período prenatal, que actúan hasta el momento en que nuestro cuerpo deja de crecer. Hablar del cerebro desde la posición de la memoria o el intelecto, significa ir por el camino equivocado. El cerebro puede ser desarrollado únicamente al comprender los campos integrales. Y es estúpido creer que lo desarrollamos sin esta comprensión.
De todos modos, el resultado será la eficacia de nuestra actividad en la experiencia de la vida. Por lo tanto, no la educación o su falta determinan la vida, sino que el esfuerzo generado o conservado, donde la educación más interesante no es resultado de nuestro acto volitivo, sino que es módulo prenatal inherente a nuestro cerebro. Así que no basta solo con creer en el mapa de la vida, si, por supuesto, uno no lleva el camino de la esperanza hasta la catarsis. Pero aquí tenemos también ciertas dificultades si el cerebro sigue reconstruyéndose y entonces parece que ya debemos tener presente algo, pero llega la demencia o la situación de ¡“hola, la hemorragia llegó para Ud.”! Por supuesto, en este caso también tenemos un toque de positividad, uno no se acordará de qué es lo que quería, pero debe saber de esto con antelación; por ahora puede aprovecharse de algo otro.
Al mismo tiempo, al cerebro se le atribuyen tales conceptos como pensar, consciencia, concentrarse, que no pueden ser comprendidos por casualidad, ¡incluso si uno ha nacido Sri Aurobindo, Sai Baba, o incluso Lenin!
¡Es imposible percibir el cerebro como se debe! De lo contrario llevaremos a nuestro desarrollo hasta la pared de no retorno de donde nuestros descendientes nos rasparán, si, de verdad nos necesitan por algo. Por eso no importa cuánto tiempo viviremos si la mayor parte de nuestra vida pasa bajo el eslogan de “No volver en sí”. No podemos desarrollarnos según las leyes del tiempo después de tener 30 años y si no ponemos en funcionamiento el tiempo integral, es decir que no depende del tiempo natural, estamos destinados a morir. Por supuesto, también tenemos aquí el Código prenatal que nos da algo del pasado condicional, pero esto no sustituye al esfuerzo necesario para el conocimiento del tiempo integral donde, como mínimo, debemos aprender a detener el tiempo.
Lo más importante es no dar al cerebro destruirse, para lo que es necesario construirlo correctamente. La habilidad de detener el resto de los procesos biológicos, depende de muchas circunstancias. Pero el desarrollo consiste en el estado de la energía de nuestro espíritu y no es el juicio que damos según las apariencias. Desde luego, esto es importante, pero quien se apoya en esto, luego no podrá ni ver, ni comprender algo. Es imposible medir algo con cerebro desviado, faltan el compás y la regla. Mientras que tengamos confusión en el cerebro, confundiremos los indicadores.
Sí, por supuesto, incluso en esta confusión podemos ser creativos, creyéndonos personalidades creativas y dominar la profesión del surfista, o sea, o esperar la ola, la inspiración, o escapar de ella. Sin embargo, el cerebro vive según las leyes de las paradas, compuestas de la ruta que tenemos inherente de nacimiento y debemos entender dónde está el punto de No Retorno en el cerebro tanto en cuanto a la vida, como a la muerte. Para nuestro espíritu es peligroso el envejecimiento del cerebro y no del cuerpo. Debemos comprender que el cuerpo es multifuncional y depende más de los procesos temporales, por lo que muere rápidamente. Y si no se le “inyecta” energía de alta vibración, que únicamente el cerebro es capaz de hacer, entonces nos quedará solo embalsamarnos a lo que se dedica la ciencia moderna.
Incluso si lo consideramos desde la posición de las neuronas: si se han apagado, ¿con qué, por lo menos, encenderlas? Si se ha desarrollado el síndrome de la cabeza vacía, ¿qué tipo de ser humano sería éste? ¿Juzgar por el documento de identidad y el padrón? Al no conocer la arquitectura, no podemos mejorarnos, hagamos lo que hagamos. Ningún tipo de sistemas de desarrollo, yoga o alimentación, nos llevarán más allá de nosotros mismos si no logramos la comprensión de la construcción, donde debemos obedecer los procesos químicoс a los energéticos. Es necesario limpiar los canales cerebrales, recuperarlos o no dejarlos que se sequen, entonces uno puede ir a la dirección necesaria.
Miren, aquí no declaro la posición “humillar la humanidad” y “yo soy el más inteligente”, simplemente casi toda mi vida he dedicado al desarrollo y me di cuenta de que no se trata de nosotros, sino que de nuestro espacio, en cuya base saco conclusiones y razonamientos para los curiosos.
La edad no debe ser indicador en el desarrollo, es solo la medida de nuestras condiciones físicas. El índice es el cerebro. Y la cuestión no consiste en qué debemos hacer, sino que en la regeneración de la energía y es imposible hacerlo sin el cerebro, por eso se implica la arquitectura correcta que por lo menos no deje envejecer demasiado las células del cerebro.
El don de la persona dotada de sabiduría, jugó mal papel para la humanidad: has aprendido a hablar, pero resumir la responsabilidad del jaleo, no. No son importantes las reglas, oraciones y aforismas, sino que la habilidad de manejar con todo esto. Así que si una persona es sabia, es nada más que experiencia positiva de vivir en su mente que tiene inherente de nacimiento.
Pero si la experiencia no cambia físicamente el estado del cerebro, entonces la sabiduría tampoco nos ayudará. Y únicamente el proceso de la concepción puede cambiar el estado del cerebro, que no es indicador de sabiduría, aunque lo debería ser. La concepción es imposible sin la Concentración y la Concentración es imposible sin la arquitectura correspondiente. La arquitectura del cerebro es importante para el funcionamiento y el desarrollo del cerebro y no simplemente para que éste experimente o queme su capital.
Y si no ponemos orden en esto, entonces surgirá la dependencia del carácter bilateral, de la simetría biológica, que en realidad no es simetría energética, lo que lleva a verdadero problema en la percepción mental. Si el cerebro no está subordinado a manejo único (que, de hecho, tenemos hasta los 30 años), entonces éste se desordenará, destruyéndose hasta la inutilidad completa.
Ningún tipo de acción puede dar resultado si no la hemos concebido conscientemente, será sólo cierto tipo de reacción al entorno, donde incluso el proceso de la meditación debe considerarse como reacción al reposo.
Así que no importa qué nos preinscribirá el médico, esto será su reacción al mundo, la absorción de todo esto será nuestra reacción al mundo, donde nuestra reacción es determinante, pero únicamente en caso de resonar, de dar en el blanco. El cerebro está limitado por los índices indicados y para cambiarlos, debemos desarrollarlo. Pero cualquier intervención de afuera no llevará a nada si no sabemos trabajar (o por lo menos hacernos amigos) con esta intervención, si desde la edad infantil no han influido en la formación y el crecimiento del cerebro.
Y bueno, lo principal consiste en que hasta que la persona no comprenda cómo el exterior distrae y desvía la funcionalidad del cerebro, entonces no tendrá con qué empezar y con qué comprender lo dicho hasta ahora.
04 marzo 2015