La crisis de la Espiritualidad
La crisis de la Espiritualidad es una categoría no compatible con la Concepción. Los que son capaces de concebir comprenden que tal concepto simplemente no debería existir. Para los incapaces de hacerlo, todo esto es sólo una tortuga sin caparazón o un caparazón sin tortuga.
Sin embargo, si profundizamos un poco, veremos que el problema es aún más global: la Espiritualidad, desde hace ya mucho tiempo, ha pasado de ser un concepto racional a un concepto irracional. Esto es una fábula o una moraleja esotérica que queda no manifestada para la conciencia humana.
Lo que hoy en día llamamos Espiritualidad, en los tiempos antiguos era designada como una conexión del Ser Humano con el Espacio. Podía estar determinada por el Cielo, la Tierra o por la persona misma (por ejemplo: su conexión con los antepasados), y esto era un volumen que contenía una existencia no lineal, comprensible y llena de sentido. Hoy en día, la definición más cercana a este concepto es el pensamiento figurativo.
La Espiritualidad es la esencia básica del Ser Humano, la cual forma su Cultura, cuyo fundamento está constituido por ciertas propiedades, es decir, existe dependencia de las propiedades de la sensibilidad. Si estamos tapados con diversos tipos de basura en algún nivel del cuerpo, de la conciencia y de la energía, entonces, ¿de qué sensibilidad podemos hablar, cuando cada palabra y sonido es nada más que un eructo?
La Espiritualidad es la percepción de la tonalidad vibratoria suprema: cósmica, cristalina, llámenla como quieran… por eso es importante ser capaces de percibir y recibir y no eructar hacia todos alrededor. Pero una persona es capaz de recibir sólo si ha dominado la ciencia del aprender, la ciencia en la que se realiza la condición más importante para el autoconocimiento, o sea que sólo aquel que se haya conocido a sí mismo podrá corresponderse a sí mismo. Y sólo el que se corresponda a sí mismo podrá realizar su propio Ritmo.
Todo lo demás depende de que en el hombre estén presentes las vibraciones que revelan la ruta hacia la comprensión consciente del espacio, hacia lo que todo el mundo llama “espiritualidad”.
De hecho, aquí cabe decir que el fundamento mismo es la organización. La organización determina el orden; el orden determina la forma; y sólo después de esto podemos hablar de un desarrollo.
El Ritmo básico para nosotros es la capacidad de organizarnos. En una existencia no organizada no nos pertenecemos a nosotros mismos. La organización es un concepto formativo. Aquí construimos tal profundización de la respiración, que nos llena y nos liberamos de la que nos quema.
Al crear condiciones que nos despliegan y nos abren, nos convertimos en personas abiertas y capaces de llenarse; entonces podremos llegar al análisis de qué es la Espiritualidad. Sin embargo, al no dominar el concepto básico de la existencia, al no aprender a corresponder al Ritmo de la respiración que nos movería sin obstaculizarnos, ¿cuál es el sentido de parlotear? Organizarnos en las condiciones de nuestra existencia significa encontrar el apoyo para registrar el Ritmo. Esto ya es una forma de conexión que produce figura, volumen.
El espacio es material y la Espiritualidad también debe ser material. Sólo se ha de comprender en qué, de hecho, consiste la materia.
12 enero 2012