La Piedra que ensueña

En general, esta es una historia con trama sencilla, pero con personajes complejos. Así...

Kilwydd Wledig se casa con Goleuddydd y ella queda embarazada de él. Esto es justo lo que necesitamos, porque tendremos, si no al rey Arturo, al menos a su primo Culhwch. Bien, entonces, el plan es el siguiente: debemos esperar a que crezca. Aunque mejor no, no esperaremos, consideraremos que ya ha crecido.

Lógicamente, ahora necesitamos una esposa, pero no una sencilla, sino una traviesa, como Olwen, la hija del rey de los gigantes Ysbaddaden. Y después, ya usando las habilidades (y si nos faltan, entonces usaremos los poderes), diremos que el amor es algo peculiar y que, al principio, debemos dejar crecer la barba y luego afeitarla. Y esto ya no es una, sino ¡dos pruebas enteras! Puesto que, para que todo sea como ha sido siempre, tenemos que suavizar la barba. Hoy en día, afeitarla es la cosa más simple del mundo, pero en aquellas épocas tan lejanas y misteriosas, era necesario mojarla (aquí de nuevo tenemos variantes) y luego matar un jabalí. O al revés. Sólo en uno de los casos se mojaba el novio y en el otro, el jabalí. Bueno, en general, todos comprendieron con qué se mojaba.

¿Y por qué matar el jabalí? ¡Vaya! Pues, ¿con qué afeitarían la barba? ¡Con los colmillos, por supuesto! Y, he aquí que Culhwch decidió matar el jabalí para el proceso matrimonial. En la actualidad, los jabalíes andan, por así decirlo, no digitalizados, mientras que en la antigüedad todos ellos eran reyes hechizados. Antes, todo era muy simple: si el rey había fallado o no había hecho bien las cosas, puf, lo convertían en cerdo, es decir, en jabalí. Hoy en día es al revés: los reyes son originalmente cerdos. Mientras que antes, los cerdos eran los reyes fracasados.

Ahora, pues, en general todo es muy comprensible: hoy en día los cerdos son los exitosos y es difícil convertirlos de nuevo en seres humanos. Mientras que en el pasado convertían a los fracasados en cerdos y luego podían deshechizarlos. Sin embargo, para hacer eso, uno debía tener una mujer traviesa y barba. De hecho, nuestro relato se trata justo de esto: cómo el cerdo, que fue matado por Culhwch, era el rey Twrch Trwyth, el rey irlandés. En resultado, se mojaron por debajo los dos, tanto el rey como Culhwch, porque antes de cazar el jabalí, tomó del vivero un perro llamado Drudwyn que fue entrenado no por otra persona que ¡el mismísimo Mabon!

Y, ¿quién es Mabon? No lo sé, pero el nombre es fascinante. Y, por supuesto, para el perro no es importante quién lo educa, sino cómo lo glorifican. ¡Educadores! Bien… Pero esto no es suficiente. ¡Necesitamos más! Tenemos a Mabon, tenemos a Drudwyn y ¿con qué matar el jabalí? Pues, justo por esta razón existe la espada gigante Wrnach. En general, como vemos, todo esto no se hacía en alguna barbería.

Y en cuanto a la espada, o ella sale de una piedra y la puede retirar sólo el rey Arturo, o la guarda un gran ejército y esto ya significa una guerra. Y piensa después de todo esto: si quieres casarte o no, y además con la hija de un gigante. Así podemos encontrar a todos e incluso convenir con el rey Arturo y después “bang bang” y que venga el segundo turno. Y, ¿de qué estoy hablando, en realidad? De que en todas partes debe haber un Ritual, aunque no todo ritual tiene un final feliz.

Pues, vayan y pregúntenle a Afanc, el monstruo gigante del río Conwy. Y, ¿si está de mal humor? Además, no dispone de ningún tipo de armas ficticias; todas son reales. Desde luego, Afanc no es indiferente en cuanto a las chicas, pero entonces resulta que tenemos ¡una conspiración! Pero si ganas, ¡vaya el festín que te espera! Sin embargo, al principio debemos encontrar una chica varonil y no una de las que, por estándar, tienen siete peines y dos flores. Y ¡el resultado es un dragón rojo puesto en la bandera de Gales! ¿Recuerdan cómo todo empezó muy inocentemente?

Ahora nos dan ganas de maldecir: “¡Y Ddraig Goch Ddyry Cychwyn!”. Sería mejor haberles contado la leyenda de San David, porque el resultado sería un narciso, que también es un símbolo de Gales, pero huele mejor.

Así que el amor de los celtas hacia las flores y las visiones o la ensoñación son sus “nombres de usuario”. Pero alguien añadirá: también la Isla de Man. ¡Yeah, Man, yeah! Man, de esta manera llegamos a los festivales y festines, y entonces se deberán echar las grandes maldiciones. Pero, díganme ¿cómo poder regular todo esto? Pues no nos ayudará ni la Piedra que ensueña ni tampoco siquiera un simple guijarro. En general, para los que han leído esto y no han comprendido nada de nada, hay dos opciones: releerlo o reconocer su incompetencia.

 

20 marzo 2014

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