Tejedores del tiempo

Anasazi, o los Tejedores del tiempo, es una cultura con la que, probablemente, debemos empezar nuestra búsqueda del Templo Astral en el suroeste de América. Es un pueblo misterioso, de cuyos orígenes provinieron otras culturas no menos interesantes: navajo y hopi. Los conocimientos de los anasazi guardan en sí leyes y signos que si no arrojan luz sobre los secretos de este conocimiento, por lo menos lo testimonian.

De particular interés es la conexión de los anasazi con alguna civilización extraterrestre que realizaba o por la que se realizaban ciertos objetivos y se construían contenedores para la realización de tareas poco comprensibles.



Se cree que precisamente los anasazi nutren los conocimientos secretos de las tribus hopi, navajo y zuñi. Todos ellos en conjunto, representan una matriz interesante, en la que cada una de las tribus tenía su propia función y papel. Las regiones donde se situaban estos pueblos, son muy antiguas, aunque en una determinada etapa desaparecieron misteriosamente en algún lugar. Muchos investigadores creen que los antepasados verdaderos de los anasazi se fueron al Templo Astral.

Probablemente, esto pasó alrededor de 1500-2000 años a.C. Pero, de todos modos existía una conexión de retro-alimentación que formó a la cultura de los anasazi. El primer período de la existencia de esta tribu, es muy curioso e interesante: ellos se dedicaban a la vinculación del espacio temporal e intemporal. Es decir, nos muestran cómo pasó la división del tiempo en el territorio de América contemporánea. Podemos decir, que los anasazi eran los guardianes de las condiciones intemporales de existencia. Y cuando ya no podían cumplir con estas funciones, empezaron a construir contenedores en los que el tiempo no existía. Hoy en día, estas zonas son conocidas como Pueblo.


 

Otro hecho interesante consiste en que, los Tejedores del tiempo, se alimentaban de esencias intemporales, es decir no dependían de la comida. En realidad, la zona misma donde vivían no era la más favorable para el desarrollo de cualquier tipo de agricultura o cría de animales. El lugar donde se situaban se parecía a una cesta, que vibraba bajo determinadas leyes energéticas que eran propias de este espacio.

Esta área no solo generaba energía, sino que también alimentaba la cosa a la que llamamos Templo o Ciudad Astral, que fue por así decirlo, construida sobre este lugar, pero en el espacio no temporal. Es decir, en este lugar existía (y hasta cierto grado sigue existiendo) un portal. Aunque, indudablemente, Arizona, Nuevo México, Colorado, Nevada, también son zonas-portales fuertes, la cuestión consiste solo en su unión o desunión.



En realidad, para los anasazi el Templo Astral es una manifestación física concreta de la Geometría Sagrada. Y hoy en día, esta notabilidad geológica llama gran interés tanto por su aspecto manifestado, como no manifestado.

Por supuesto, es interesante considerar este lugar desde la posición del año 1520 cuando vinieron los conquistadores. Era un tiempo cuando el oro jugaba el papel de la generación de energía. Pero lo consideraremos desde el punto de vista de otra cultura: los zuñi, que se convirtieron en sucesores de los asuntos de los anasazi.

Desde la posición de los anasazi mismos, nos interesa el lugar que posteriormente la tribu navajo manifestó en símbolos geométricos y los hopi en visiones. De todos modos, debemos comprender cómo, para qué y por qué aquella gente (o medio-humanos, que es más probable) tejía el tiempo. Vemos un hecho muy interesante, que en todos los actos de los anasazi estaba presente cierto sistema sagrado que ellos reproducían en su vida cotidiana o lo inscribían en ella.

Queda la impresión de que estaban completamente sumergidos en cierto código, cierto sonido, cuyo punto supremo fue la creación de Mesa Verde. Los anasazi, en este caso, se protegieron realmente de la intromisión del mundo exterior y los conocimientos acerca de ellos, pueden ser considerados, más desde el punto de vista de otras culturas. Esto es ante todo su mérito, ya que: los anasazi mismos estaban completamente enfocados en sus conocimientos sagrados.

Es indudablemente necesario comprender también, la diferencia entre los anasazi que tejían el tiempo y los anasazi que construían recipientes para una permanencia intemporal en el que ellos se conservaban en ciertas oscilaciones de la energía. Lo más interesante es que llegaron a una capacidad de disolverse en estas oscilaciones lo que nos abre el camino hacia la búsqueda de los límites secretos de su existencia.

De esta manera, la cultura de los Cuatro Ángulos, que se determina por el punto de intersección de los estados Utah, Colorado, Arizona y Nuevo México, a la que, de hecho, los anasazi trazaron en el espacio, sigue atrayendo hasta hoy en día el interés sincero de los buscadores.


La
giraToro Sentado”.

 

19 abril 2014

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