El Cuerpo
El Cuerpo es el vaso de las vivencias de nuestra consciencia.
Andan-vagan por las calles cuerpos y de ellos llegan algunos sonidos. Esta física tan entretenida no tiene denominación, pero tiene un montón de definiciones. Uno quiere desarrollar músculos en este agregado (que además suelen llamar “cuerpo humano”), otro quitar la obesidad, tercero quiere cortar algo, cuarto, al revés, añadir algo… El conocimiento acerca de este milagro lleva a unos a la bilogía, otros a la bioquímica, terceros a la fisiología, cuartos a la anatomía, quintos a la kinesiología. Pero no lleva casi a nadie a la vivencia y a menudo la reacción hacia el cuerpo ajeno resulta más importante que hacia lo suyo. Y no ya no estamos hablando de sentir nuestro cuerpo. Y si no sentimos el cuerpo, entonces, ¿cómo podremos desarrollar y cultivarlo?
Aquí no se trata del volumen del cuerpo, sino de su calidad. Nadie piensa en el volumen de su cerebro ni en que lo usamos no más efectivamente que una gallina. El cerebro del ser humano pierde su función predestinada y lleva al cuerpo fuera del campo de los valores significativos para el hombre, dejando únicamente ciertas zonas para manejar las formas utilitarias de existencia.
Como resultado, los felices propietarios de tales partes del cuerpo se han convertido en unidades un poco más odiosas que otras, en las que dichas partes no funcionan por una u otra razón. Y esta unidad semi-corporal empieza a clonar a otros semejantes, dándoles conocimientos de las sensaciones de estas proporciones que ellas mismas manejan. Debido a este hecho, ha dejado de existir la ley del cuerpo, y la tarea de la adquisición de la Unidad, de un cuerpo íntegro, tiene cada vez menos importancia para la sociedad.
Por ejemplo, vamos al médico, a alguna parte de él, sujetada a la cabeza (la que funciona parcialmente) que nos da los últimos informes sobre el negocio médico. Vamos a la escuela o a la Universidad y nos encontramos con profesores cuyas mentes siguen viviendo en el período Jurásico (y su cuerpo se ha conservado como un pepino en salmuera), quienes nostálgicamente repiten más para sí mismos que para los estudiantes, que todo hubiera podido ser de otra manera. Encendemos el televisor y los presentadores bien vestidos, mutilados en diferentes formas, transmiten el último informe sobre la así llamada vida, etc.
Los que existen parcialmente en un cuerpo parcial, usan parcialmente las capacidades de su cerebro, agitando el vacío, tratando de probar el milagro imposible: resulta que los deficientes disfrutan una vida más plena que la de las pocas personas completas que hay.
20 enero 2011