El más y el menos del Ritmo, o Ritmo para el hombre y para la mujer
Tanto el hombre como la mujer están subordinados al Ritmo y toman parte de él, dando origen a la ciencia del desarrollo. Nuestro cuerpo, consciencia y energía viven y se desarrollan conforme al Ritmo; éste es el mecanismo de la multiplicación, del crecimiento y la muerte. La cuestión consiste sólo en las condiciones del Ritmo.
Tomemos, por ejemplo, una botella de vino de buena calidad. Si el vino está hecho según todas las leyes, entonces poseerá una cierta fuerza y seguirá desarrollándose dentro de la botella 100, 200 y, teóricamente, cuantos años le dé la gana. El desarrollo depende sólo de la permanencia de las condiciones: el corcho no debe dañarse, la temperatura debería ser constante, la luz no debería alterar la síntesis, etc. Aquí vemos la idea del Ritmo perfecto, en el que la constante ha de depender de la fuerza que se está formando dentro de la botella. Pero en esta situación las condiciones externas se crean artificialmente; por ejemplo, el vino se pone en la bodega.
Imaginemos que en el cosmos existe algún lugar para el perfeccionamiento constante. No podremos encontrar tal lugar. Resulta que el ritmo del desarrollo y la degradación son propios sólo de nuestra Tierra, donde se crea un modelo capaz de desarrollarse, y no solamente en dependencia de la voluntad del Cielo y la Tierra.
Resulta que tenemos secuencias rítmicas para la Tierra, para el Cielo y para el ser Humano. Luego, debemos colocar estas secuencias de tal manera que nos permitan ver la condición del desarrollo ilimitado. Tales condiciones existen en el Cielo, que mantiene todos los procesos, como también en la Tierra. Se distinguen sólo en el ángulo de la rotación, pero no son diferentes en su forma constante.
Imagínense que la forma de Saturno es cúbica - y de hecho lo es: esta forma puede cambiar la densidad y acelerar la velocidad de rotación de la energía, pero no cambia la Geometría. Ésta es la razón por la que hay tanta basura volando en el cosmos (los meteoritos). El espacio respira, lo que significa que se expande y se estrecha, permitiendo a las energías más finas liberarse de las energías más rústicas. Lo mismo pasa en la Tierra: el ser humano debe aprender a dominar el Ritmo para convertirse en una figura y, como consecuencia convertirse en una constante.
La diferencia entre el hombre y la mujer consiste sólo en la figura. Pero tanto uno como la otra están subordinados al Ritmo. Diferentes pueden ser la velocidad y la densidad, pero tanto en la inhalación como en la exhalación, estando en la Tierra, nos guiamos por el Ritmo. Es importante vivir con él y comprenderlo, y cuando empezamos a discernirlo, entonces debemos comprender por qué lo hacemos.
Sí, la mujer depende, en primer lugar, de la inhalación, mientras que el hombre de la exhalación, pero esta diferencia crea límites temporales. Éstos, por supuesto, se pueden usar sólo en unidades condicionales. Por eso la comprensión del Ritmo es un concepto absoluto tanto para los hombres como para las mujeres.