Lo liviano dentro de lo pesado
Mientras que no nos deshagamos de la dependencia del espacio en el que estamos, mientras que nuestro cerebro no cobre fuerza, estaremos constantemente confundidos en qué es importante y qué es secundario. Hablar de lo profundo sin la comprensión de la esencia de la profundidad, significa apartarnos de la comprensión de las causas. Es verdad que resulta difícil aceptarlo todo tal como es, pero al aceptarlo, obtenemos lo liviano. Y si no lo aceptamos, entonces nos hacemos aún más pesados. Este peso tiene su valor físico, dado que estamos sobrecargados no sólo de las condiciones de la generación, sino también de las consecuencias que hemos generado, permaneciendo en la experiencia de los actos en los que, queramos o no, hemos aumentado el esfuerzo de este hacer.
El esfuerzo, incluso si lo hemos creado, debe estar bajo control, ya que sin el control, el esfuerzo, tarde o temprano, dominará a nuestra consciencia, y nosotros, sin saber las razones, seguiremos lo que hemos creado sin comprenderlo. Reaccionar a algo, no significa que entendamos este “algo”. Debemos ser capaces, no sólo de concebir la vida, sino también de aumentar el esfuerzo controlado en ella. La cuestión no consiste en que si viviremos mucho tiempo o no, sino en que si viviremos o permaneceremos subordinados a alguna función incomprendida.
¿Qué importa la cantidad de los años vividos, si no hemos participado en nuestra propia vida? Miren sólo cuánta gente cree que entiende algo. O cuánta gente a nuestro alrededor considera que hace algo. Pero, ¿cómo pueden estar seguros de algo, sin la comprensión de la naturaleza de su seguridad? Cada acción tiene su fuente, su propia fuerza. Nosotros la usamos, pero no comprendemos su naturaleza. ¿Podemos decir, entonces, que comprendemos nuestras acciones?
Un seguimiento de algo sin la razón, independientemente del resultado que obtengamos, nos priva de lo principal: permanencia en el proceso. Por eso la gente depende del resultado. Pero lo más interesante es que una persona no es capaz ni de conocerlo ni de sentirlo ni siquiera expresar su propia opinión acerca de él. La humanidad, desde hace ya mucho tiempo, ha sustituido la opinión con la reacción, por eso necesita una reacción a la reacción. Si reaccionamos al espacio, entonces no importa de qué hablemos y qué determinemos, dado que, al principio, debemos involucrarnos en el proceso. Mientras que no aprendamos a experimentar el proceso, no sólo no podremos cumplir con la tarea, sino que tampoco podremos determinar la orientación necesaria para su cumplimiento.
20 mayo 2012