Vino de Dios
Podemos hablar un sinfín del origen de la vinicultura, atribuyéndolo a Egipto o Mesopotamia, Cáucaso o incluso China, pero una cosa podemos decir con seguridad: de todas las zonas antiguas de vino, existe una que hasta hoy en día queda un poco aislada y el nombre de este lugar es Georgia.Para nosotros en la actualidad, es absolutamente obvio el hecho de que en todas las culturas, el vino fue percibido como una bebida de Dios. En todas partes, este era un producto sagrado, que se consideraba, ante todo, desde el punto de vista del espíritu de sacrificio. Pero precisamente Georgia se convirtió en el lugar donde el Dios dio las gracias al país y él mismo se hizo el vinicultor principal. Como resultado, el mundo obtuvo no simplemente un vino para Dios, sino que también un vino de Dios. Por qué y cómo pasó esto, nadie sabe, tal vez hay miles de razones. Georgia es el centro de Cáucaso, digamos, su matriz. Todo el Cáucaso es un cristal unido, un diamante.
El vino de Georgia ya es sagrado a priori, pero si además se elabora en un monasterio, entonces es divino. Y si queremos conocer el vino georgiano, entonces debemos aprender, como mínimo, a mantener la percepción de este país. Pero si queremos ahora conocer el vino de Georgia, saber percibirlo y escucharlo, entonces, tal vez tenemos que pasar por los pasos de Lérmontov y Pushkin. Y, díganme, ¿cómo Pushkin llegaría a ser Pushkin y Lérmontov a Lérmontov, si no hubieran bebido el espacio de Cáucaso?
Cáucaso es un jarro unido donde cada nuestra mirada o inhalación se llena del aroma de rosas y el brillo del espacio cristalino. Si uno no ha visitado Cáucaso, si no ha visitado Georgia, entonces esta persona es indigna del vino georgiano. Preparen las maletas y váyanse al pie del monte Elbrus, en Piatigorsk, Tiflis, para inhalar este borde maravilloso, que puede ser conocido únicamente al haber aprendido a olerlo, probarlo y sentirlo.
Y, por favor, no determinen algo que no ha sentido. Igual que es imposible hablar de Pushkin, sin haber leído sus obras, tampoco se puede hablar de Cáucaso si haberlo visitado. Sin embargo, siempre hay un “pero”: se puede comprender a Pushkin incluso sin haberlo leído, pero al haber bebido el agua de Kurá, Aras, Sulak, Térek, Kumá, Rioni, Inguri, Kodori.
¡Así que bienvenidos sean a Georgia para tomar copa de Vino de Dios! Pero, por qué Georgia, ¡bienvenidos sean a todo Cáucaso! En realidad, el Cáucaso entero es de Dios y para llegar a la iglesia Ibérica, debemos conocer la fuente, por así decirlo, el espíritu santo de Cáucaso. Tenemos que sumergirnos en la montaña, porque ésta es un área divina, sin tomar en consideración la historia atormentada.
¡Cáucaso me encanta! Simplemente depende de qué ángulo lo consideramos. Me encanta Georgia, pero Georgia sin Cáucaso no es Georgia, igual que, de hecho, tampoco Cáucaso sin Georgia es Cáucaso. Y el camino hacia la bebida sagrada, hacia Mekke, por así decirlo, el vino sagrado, bajo cuyo concepto yo comprendo, ante todo, el espacio de Georgia, me gustaría empezarlo con que Cáucaso se compone de ocho maravillas que he determinado que son Daguestán, Kabardino-Balkaria, Osetia, Ingusetia, Chechenia, Azerbaiyán, Armenia y Georgia.
Por supuesto, Cáucaso es mucho más diverso y rico, pero, disculpen, pero a mí me interesa el Vino de Dios, a mí me interesa Georgia. Y sin estos países, no puedo imaginarme a Georgia. Como si estuvieran saturados uno por otro y creyeran una matriz unida. Y para mí, Cáucaso es indivisible e imposible sin todos estos países. Pero empezaré mi camino con Piatigorsk, donde vive el agua sagrada Narzan, donde descansa tranquilamente Elbrus. Porque necesito una inspiración, que no me molestan y que me libere de pensamientos innecesarios cuando entramos en el espacio sagrado de Cáucaso. Debemos bañarnos en las aguas de la fuente o en Yessentuki, lleno de vida. Alguien disfruta de las aguas de Nilo o Éufrates, pero yo quiero disfrutar del agua de Térek. La frescura, la limpieza, el lugar donde inhalamos algo más, que un aire: todo esto es Cáucaso.
Por aquí, camina la joven Aurora, rozando la cumbre montañosa de las cordilleras caucásicas. Tal vez, ella se quedó enrojecida del Elbrus. En el pie de Mashuk, llena de aguas azufradas, ella mantiene su cuerpo níveo. Las montañas de Beshtau le dan fuerzas y resistencia, el Beshtau majestuoso le da su visión. Navegando en esta etérea de transformación, ella cambia su lugar, pasando por todos los puntos sagrados de Cáucaso. Por qué hablar de Lérmontov, cuando la Aurora misma está emborrachada por la grandeza y está alumbrada por los rayos. En este lugar, ella toma su espada en la montaña de Kinzhal (Puñal) y se abre paso a través de ella. Pero, ¿qué hacer si en el camino hay una altura plana?
Es interesante, ¿verdad? Tenemos la Aurora, tenemos un puñal y ¡he aquí una altura plana! La naturaleza de Cáucaso es sorprendente y la Aurora no puede superarla. Esta diversidad implica darle las gracias cada día. Y si uno tiene algo en contra de esto, que se vaya de este lugar. Lo único que se exige de una persona es buena intención. Y entonces nos tocaremos con los sonidos aéreas de la arpa, escuchando la conversación de los dioses en la Shat-montaña o Kazbek. Díganme, ¿por qué disparan aquí? Para que los dioses presten atención en la injusticia o la importancia de los acontecimientos. Pero esto ya es otro tema aparte. Ya voy por el Vino de Dios.
Miren solo las mangas de las chicas circasianas. Esto no es una manga, ¡es un ala! Con sus aletadas ella reparte gracia a la gente. Su ropa expresa su sentimiento, al que ella no tiene el derecho de mostrar a un viajero, desconocido o simplemente un extraño. En Cáucaso no existe la casualidad, aquí todo vive bajo una ley. Y no importa dónde estamos en Kabardino-Balkaria o en Adiguesia. Cáucaso es una ola unida que te empuja el gorro de un solo golpe. Aquí existe la edad y existe el nombre, pero lo primordial, ante todo es el respeto y la estimación. Sientan lo dicho. ¡No lo determinen, sino siéntanlo!
30 marzo 2014
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