El espacio astral
He de definir el concepto de EL Astral como la ilusión innecesaria de las percepciones, es decir, aquello que enriquece el flujo de la ambigüedad. Esta idea se convirtió en un sinónimo del Esoterismo, en algo sutil o peculiar, o secreto, que permite a unos hablar con aspiración y a otros cubrirse los ojos demostrando su profundidad espiritual.
Ya es habitual usar el concepto de El Astral como una mampara para algo excepcional, que, desde luego sí, lo pude ser, pero sucede el caso en que no se toma en consideración lo principal: su consciencia, la mente de El Astral.
Enorme cantidad de personas quieren producir algún tipo de transformación después de haber experimentado diferentes procesos extracorpóreos o místicos, pero como regla general no comprenden las herramientas de la transformación, ni mucho menos el por qué, cómo y qué cosa provocó estos estados o la naturaleza de estas vivencias… Ahora bien, ante la falta la comprensión de los mismos, se hace presente cierta insuficiencia de poder cerebral de conocer las capacidades de la materialización del estado extracorpóreo.
La carne del ser humano es su cerebro o, mejor dicho, el cuerpo del cerebro. El cuerpo físico es la carne que no representa la naturaleza humana en su forma pura. De la misma manera el espacio Astral también es carne, simplemente su combinación se basa en diferentes características físicas.
Tanto el cuerpo físico, como también el Astral, poseen cierta consciencia. Y hasta que la persona no acepte que la estrella Sirius o la piedra de Amatista, por ejemplo, tienen consciencia, no podrá ni siquiera comprender la dirección a la que debe dirigirse. Sin la comprensión y el trabajo en las funciones y las habilidades de nuestro cerebro, tarde o temprano éste dejará de funcionar.
En la actualidad a menudo escucho decir cuanto desconocemos nuestro cerebro y de inmediato veo como se transfiere esto mismo a la idea del propio desarrollo y se continua con la misma falta de conocimiento, usando palabras y definiciones sin profundización alguna en las mismas.
Al no crearse un apoyo en nuestro cerebro (como, el cuerpo en los pies) sólo seremos transmisores de algunos compuestos capaces de echar raíces en nuestro cerebro. Hay que comprender y concebir el alma aquí y ahora y no hablar de ésta en sentido figurado, astral.
Si uno utiliza el concepto “El Astral”, entonces debe volver al origen — la designación de las estructuras cristalinas que, de hecho, son las formas de vida del macrocosmos.
El hablar de los niveles astrales de la vida, más nos alejará del tema que acercarnos. El macrocosmos es una espiral donde cada espiral es una determinada área separada de la vida. Sin considerar el que una espiral mantiene a la otra, para la consciencia, cada una de éstas son inherentes a distintas vidas.
Cada ser humano tiene su código que pertenece de manera exclusiva a un espacio donde puede mudarse su consciencia y respectivamente el cuerpo. Tenemos experiencia en esto, ya que pasamos por esto durante nuestra vida cuando conforme a la edad se cambian las habilidades y las funciones de la consciencia.
En la consciencia reaccionaria del hombre, aquella que se basa en la pura reacción sin medir conciencia, El Astral es una copia, igual que lo es el espíritu, del desarrollo espiritual. Es como la física quántica o incluso nuclear, es decir, algo que aparentemente está, pero que nos es imposible de percibirlo, ya que debido a las bajas o distraídas cualidades del cerebro no podemos realizarlo.
En vez de disminuir el fortalecimiento de la percepción física cuando tratamos, por ejemplo, de penetrar en nuestras células madre, fortalecemos el “engrosamiento” de la tactilidad del cerebro. Y eso no es solamente una formalidad de mencionarlo, sino que es un hecho real, puesto que cualquier apelación que supera la capacidad del cerebro de entenderla, en el mejor de los casos se convertirá en cierto eslogan, sin contenido alguno.
En principio, El Astral es un símbolo que puede encerrar muchas ideas pero, ante todo, debemos aceptar la capacidad y la incapacidad de nuestro cerebro de comprender y leer estos símbolos astrales.
La Alquimia percibe al cuerpo como una semilla que representa el principio de la célula elemental de la consciencia, es decir el mínimum, cuando el cuerpo y la mente son lo mismo.
Lo que nosotros comprendemos como cuerpo, de hecho, es un laboratorio que trabaja en la Luz u Oscuridad interna.
La realidad suprema está en nosotros mismos, en nuestro cerebro y no en algún otro lugar. Y muchos de ellos permanecen allí, pero pocos saben manejarla. Es decir, la cualidad de este estado puede ser una vivencia, pero su manejo queda en muy bajo nivel.
Nuestro estado está representado por planos superiores, pero su control depende de los inferiores. Por eso, en su transición las formas superiores, se fijan de manera muy restringida – en el nivel de la luz, el túnel, el sonido o sentimientos como “me siento muy bien”. Pero, el problema es que no podemos percibir las vivencias más profundas incluso aún si las experimentamos de alguna manera.
En la actualidad hemos simplificado los conceptos metafísicos hasta llevarlos a unos fenómenos psicofísicos y esto no nos da la posibilidad de penetrar en los mismos. Hemos separado el mundo visible del mundo de los pensamientos, de la mente, que es inaceptable para comprender las realidades supremas.
Incluso las personas así llamadas “clarividentes” no lo son, dado que aun pudiendo fijar la realidad suprema, mayormente no saben penetrar en ésta, o sea, manejarla.
La base para la percepción del espacio Astral está en la comprensión de éter, es decir, los lugares donde se realizan distintos procesos y están diferentes fuentes de nutrición, ante todo, la respiración.
El éter es un plano diferente de respiración, es el apoyo de los niveles superiores. Lo determina y regula el Sexto Campo Integral que representa el lugar donde puede vivir el cuerpo de la mente del hombre que se nutre del éter. Es el espacio donde está el Jardín del Edén.
31 julio 2018