IX. Partes del cuerpo
Originalmente el cuerpo humano era un mecanismo unitario apoyado en la Medida de la respiración (formada a través de la fuerza interior del ser humano, que proviene de las cualidades del Espíritu) y en una determinada Medida del movimiento (que proviene de la Proporción externa que está regulada por las manos, los pies, la cabeza y el abdomen, la fuente única de alimentación).
Ambas Medidas determinan la circulación de la energía en el organismo, que se regula por la tensión de los tendones, que forman el concepto del meridiano. Y también determina la tensión de los músculos como la mayor parte de nuestro cuerpo, que regula el movimiento de la energía en todos los sistemas del cuerpo (una persona ordinaria percibe sólo el movimiento de la sangre). En este, por así decirlo, “estado natural”, el ser humano permanece hasta los 3-4 años de edad.
Luego, si no se mantiene el ritmo del desarrollo, el ritmo se rompe, el cuerpo se divide en partes separadas. Las emociones prevalecientes aumentan los órganos internos, que empiezan a dominar el resto. El desarrollo de los grupos musculares separados aumenta el sesgado, la rigidez o a la excesiva apertura de una parte del cuerpo respecto a las demás. Así es que nos dividimos en pedazos.
En ese estado, el cerebro es incapaz de controlar, no sólo el cuerpo, sino tampoco a sí mismo, y como resultado cae en dependencia de las zonas más desarrolladas del cuerpo, a través de las que circula más energía. De este modo la persona se vuelve dependiente de la mano derecha, de la nalga izquierda, etc., es decir, se vuelve dependiente de lo que más utiliza y lo que más le tensiona. Se altera la imagen espacial general de la existencia del ser humano, dado que éste ya no representa una Medida y, por supuesto, tampoco una unidad. Se altera la Proporción y junto a ella, la figura, el volumen de la persona.
La pérdida de la Medida priva al hombre de la posibilidad de refinar completamente los procesos energéticos, confinándolo a satisfacciones parciales en las zonas del cuerpo en las que aún sigue siendo capaz de refinar su estado. Obteniendo sensaciones placenteras y satisfactorias, se convierte, de manera natural, en dependiente de ellas. Así, año tras año, el ser humano sólo empeora su condición, porque se acostumbra a depender de las sensaciones, con respecto a las cuales no tiene ninguna alternativa - y no la puede tener - ya que se han alterado tanto la estructura del cuerpo como el movimiento de la energía, lo cual crea diversas formas psicológicas para la consciencia.
Puede conocer la versión completa del material en el Artículo Cuerpo Taoísta. Partes de cuerpo y en el libro de próxima publicación Cuerpo Taoísta.