IV. Estética del Éxtasis
Planteando el tema del Éxtasis, planteamos la cuestión acerca de la comprensión de este estado. Primordialmente es natural para nuestro cuerpo y consciencia, sin embargo la incapacidad de controlar e interactuar con las diferentes formas de tensión del Éxtasis puede reducir a la nada todos los tipos de vivencias relacionadas con ella.
El Éxtasis debe ser estético, lo que significa, ser determinada y controlada por la consciencia. Esto es, ante todo, un conocimiento sensual que debería tener expresión tanto en la forma de fortalecimiento de la salud, como también en los términos de la posible mostración creativa. El Éxtasis, sobre todo, tiene que ser percibido y alimentar el cerebro.
El Éxtasis es una práctica artística dirigida al estudio de los diferentes tipos de estados y la parte cognoscitiva debe prevaler a las vivencias. Puesto que el Éxtasis no puede ser teóricamente delineado, hay que saber conocerlo y el objetivo básico del conocimiento debería ser la estética. Únicamente desde el punto de vista de la Estética podemos perfeccionarnos en las vivencias, de lo contrario obtenemos la reacción en cuya dependencia vamos a caer tarde o temprano.
El Éxtasis es el conocimiento de nuestra naturaleza a través de la experiencia de vivir diferentes estados supremos que puede experimentar nuestra consciencia. Éste debe ser inscrito en la cultura de la comprensión, relaciones y fundamentos por los que nos estamos guiando. Debido a que, es ante todo, una forma expresiva, no debe salir más allá de los límites de la organización del espacio, de lo contrario se pierde lo más importante: el momento del perfeccionamiento de nuestro cuerpo y cerebro que pasa bajo la influencia de los estados más altos que tenemos que ser capaces de absorber.
Puesto que el Éxtasis activa un campo de inconsciencia bastante grande, nuestra mente debe regular los procesos psíquicos, gobernarlos, haciéndonos permanecer en un mundo objetivo. Una excepción puede ser el Éxtasis espiritual, pero no tenemos que considerarlo, ya que no está en el campo de la concepción humana. Sin embargo, incluso en este caso hay que entender qué es lo que lleva al ser humano y por qué lo lleva a ciertos formatos del Éxtasis.
El Éxtasis siempre ha sido dual y en esto radica su poder: abre la persona para sí misma. Esto puede ser mostrado en un trabajo creador, en la inspiración, pero en este caso puede surgir la misma dependencia, deseo de permanecer en una excitación incontrolada. Y la tarea del Éxtasis es ser capaz de transformar lo incontrolado en controlado y lo rústico en lo sutil. Por eso es importante saber prepararnos correctamente y pasar por la primera etapa del Éxtasis: la física, que posee la naturaleza más rústica. Pero en este caso debemos aceptar y comprender esta rusticidad, para no distraernos de ella. Para hacer eso, necesitamos justo este formato estético que nos permita regular el problema con la percepción rústica.
A pesar de todo, el Éxtasis nos enseña pasar por unas situaciones críticas, llevando a la persona a la cumbre de las vivencias que además deberían absorberse. Y aunque a menudo se convierte en un modelo imaginario, éste tiene que ser claro o, mejor dicho, máximamente razonable para nuestra mente.
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