IV. Sangre
La semilla del padre y la sangre de la madre determinan nuestra existencia en el espacio de nuestra naturaleza física. La sangre es la fuente básica de la alimentación del cerebro. De cómo circula la sangre, dependen nuestros sentimientos, experiencias y emociones. Pero lo más importante es que del el estado de la sangre depende de la capacidad del cuerpo para dominar el proceso de la respiración energética.
Durante el verano la sangre llena nuestro cuerpo y durante el invierno lo devasta. Si en el invierno no permitimos al cuerpo "descansar" de la sangre, entonces se altera la respiración. Durante el invierno, la sangre está encargada de la función de conservación, mientras que durante el verano la función de alimentación. Lo mismo pasa durante el día: por el día se produce llenado y por la noche, conservación.
No cuidar de esto, significa provocar una reacción que conduce a la tristeza. Y si a este proceso no se le presta atención a tiempo, luego llega la depresión. Sin embargo, hoy nos hemos ido más allá: al porcentaje máximo de mortalidad asociada a enfermedades del sistema cardiovascular - infartos de miocardio, accidentes cerebrovasculares, hipertensión, aterosclerosis, etc.
Las funciones básicas de la sangre
Función nutritiva: traslado de diferentes sustancias, que determinan la reacción energética en una u otra parte del cuerpo: el oxígeno, dióxido de carbono, substancias nutritivas, hormonas, neurotransmisores, electrolitos, enzimas, etc. La importancia básica de esta función es la alimentación del cerebro de cuya calidad de trabajo depende la calidad de la existencia del ser humano.
Función respiratoria: traslado del oxígeno desde los pulmones hasta los tejidos del organismo, dióxido de carbono: desde los tejidos hasta los pulmones. De la calidad de la sangre y su estructura depende la capacidad de los canales energéticos de absorber diferentes características de frecuencia de la energía.
Función trófica: traslado de substancias nutrientes básicas desde los órganos digestivos hasta los tejidos del organismo. De hecho, esta función determina la dependencia del ser humano de unos u otros componentes nutritivos.
Función excretoria: traslado de los productos finales del metabolismo (urea, ácido úrico, etc.), exceso de agua, substancias orgánicas y minerales hacia los órganos de excreción (riñones, las glándulas sudoríparas, pulmones, intestinos). Es una función muy importante que, de hecho, muestra si la sangre controla la consciencia o la consciencia controla la sangre. Así, por ejemplo, la incapacidad de regular nuestra actividad vital y pensamientos es un indicador para la dependencia de unos u otros funciones excretoras que a través de la sangre controlan nuestro comportamiento.
Función reguladora (humoral): una función polivalente y voluminosa, que abarca diversos procesos, desde la regulación del frio y el calor, hasta la regulación de las sustancias fisiológicas activas, la entrega de hormonas, péptidos y iones desde las zonas de su síntesis hasta las células del cuerpo. También regula los procesos energéticos relacionados con los canales internos.
Función protectora: una función particular que protege al ser humano tanto de los procesos negativos, como de los positivos. Está determinada por la calidad de la sangre, su circulación y centralización (la creación de una presión igual tanto en la parte inferior, como en la parte superior del cuerpo).
Función homeostática: determina la tensión interna, el equilibrio del cuerpo, los indicadores ácido-base, regula el medio acuático en el cuerpo.
Puede conocer el material completo en el Artículo “Sangre” y en el libro “La Perfecta”.