III. Acostumbrarse al aroma
La esencia es un sacramento que se debe mostrar en nuestra consciencia a través del prisma de la vivencia objetiva, cuando tenemos presente un entendimiento explícito. Indudablemente, es muy difícil lograr una adecuación a los sentimientos supremos, pero el camino hacia ellos no es menos interesante y emocionante. ¿Captar el aroma o distraerse con el olor? ¿Tal vez, dependiendo fisiológicamente del olfato, hemos dejado escapar algo?
La inhalación es aquello con lo cual vinimos. La exhalación es con la que nos iremos. Pero mientras que no exista un esfuerzo, la inhalación determinará la exhalación. Por lo tanto, debemos captar la inhalación. Captar la inhalación significa olfatear. En la antigüedad los chinos crearon todo un concepto acerca del captar la inhalación, dado que, si la hemos captado, significa que la hemos absorbido. Entonces habrá una generación; la inhalación absorbida es también la base del olfato.
“¡El sentido del olfato es necesario para el descubrimiento!”
… la fe fue necesaria para el ser humano para llegar a la meditación y no al revés.
Hubo una sustitución espantosa en la percepción del mundo que tenía el ser humano, en la que se perdió y quedó no expresada toda una gama de sensaciones, y no simplemente eso, sino además un mundo invisible entero.
El mundo del que debe disfrutar el ser humano, el mundo que da no menos vivencias significativas que otros mundos, un mundo que no usamos en absoluto…
Resulta que si tenemos debilitado o no sintonizado nuestro olfato, ¡estamos destinados a pasar por alto un enorme espectro de vivencias!
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